miércoles, junio 28, 2006

¿Alguien se siente atraído a esas extenuantes batallas sobre quién sí y quién no es metal?
A mí me encanta discutirlo. Y provocar a la gente, sobre todo a los que como yo, crecieron en los 80. Porque en esos días estaba de moda llamar metal a cualquier pedazo de porquería popera interpretada por alguien de pelo largo que usara mallas y lipstick. Obviamente hubo buenas bandas en ese estilo, pero la mayoría eran más bien hard rock, no metal. Así pasaron Ratt, Cinderella, Bon Jovy y Def Leppard entre algunas de las que poseían buena calidad. El problema era que Slayer, Metallica, Megadeth y Venom también estaban despuntando, y MTv nunca quiso separar los géneros. Y en México como en el mundo, lo que decían la telera y algunos locutores de radio era la verdad.
Esos años fueron muy curiosos. Cuando yo estaba en la prepa, la discusión era "AC/DC no es metal, es hard rock". Pero nadie cuestionaba el término metal con las bandas que recién mencioné. Parece ridículo, pero así era. Poison, Tesla y Mötley Crüe (versión Theater of Pain) eran Glam Metal, pero AC/DC era hard rock.
En esta ecuación nadie dudaba de Def Leppard como una de las principales impulsoras del NWOBHM (New Wave Of British Heavy Metal), a pesar de bandas como Saxon y Diamond Head, los creadores de temas tan pesados como "Pour some sugar on me" y "Love bites" eran los líderes.
Def Leppard era referente metalero aunque Vivian Campbell hubiera dejado a Dio para ser el segundo guitarrista de los Lepps y decir que "estoy más cómodo aquí escribiendo melodías tipo pop que musicalmente son retadoras. Lo prefiero mil veces sobre estar con Dio y hacer música que no me representa" (Dio es metal, por cierto).
En estos días anda por VH1 el Rock Honors y sale Def Leppard. Su actuación es memorablemente espantosa. Joe Elliot no canta nada. En fin, cuando estaba por existir la página metalcoatl.com, Def Leppard vino a México, al Auditorio Nacional. He asquí la reseña de lo que ví en esa noche. Hoy, un año después, pienso igual.

Def Leppard, triste viaje a la nostalgia y sin Mutt Lange para salvarlos

Subjetivo, muy subjetivo lo de escribir una reseña sobre el primero de dos conciertos de Def Leppard. A juzgar por la reacción del público, se podría pensar que fue un conciertazo, pero la realidad es una muy distinta.
El quinteto inglés dejó mucho que desear. Desde su diseño escenográfico que no incluyó más que tres puentes de luces (dos traseros y uno frontal), una pared doble de amplificadores Marshall, apagados todos y una minúscula pantalla con la portada de su más reciente CD, una colección de éxitos llamada Rock of Ages...y nada más.
Los señores (porque excepto Phil Collen se manejan como señores) hicieron gala de su falta de capacidad para comunicarse con el público. Y su selección de canciones fue simplemente triste. Todo comenzó con “Action”, del poco memorable Retro Active, siguieron “Let´s get rocked”, “Make love like a man” (Hysteria) y “Foolin’”, del clásico Pyromania. Ya entonces quedaba claro que Joe Elliot ya no alcanza los registros vocales que lo hicieron famoso.
Siguieron “Promises”, del Euphoria, un cover a Badfinger con el tema “No matter what”, la balada melosa “Love bites” y “Armaggeddon it”. Ya para ese momento el concierto iba a la mitad, la selección de canciones era más destinada a la gente que los conocía por sus éxitos radiales que para los vieja guardia y lo peor, el anunciado espectáculo de grandes éxitos todavía no llevaba nada de On through the night y High n’ dry.
Siguieron con algo llamado “Godz ‘o’ War”, luego “Rock On” (sólo para fans clavados) y “Rocket”. Una vez más, Elliot nomás no alcanzaba los registros (que por cierto tampoco eran tan sobresalientes en los discos) y sus tres guitarristas (bueno, dos guitarras y bajo) se perdían en el limbo de las poses estudiadas.
Sobre los guitarristas, si ya de por sí era una pena leer entrevistas con Vivian Campbell en las que se deslinda del metal, verlo como segunda guitarra de una banda que lo más que logra son algunos solos, mucha melodía y muchísimos coros era demasiado.
Con “Photograph” llegó la más honda decepción. Otra vez, Elliot no da el ancho y es ahí cuando la sombra de “Mutt” Lange hizo su aparición más destacada. Def Leppard es una excelente banda para escuchar en el estéreo, pero gran parte de su éxito radica en sus productores, en lo pulido y grandilocuente que es el sonido de sus discos. El problema real está en el escenario, donde simplemente no logran recrear las enormes paredes de sonido que tanto los distinguen.
“Animal” y “Rock of Ages” dieron pie al siempre esperado encore. Y regresaron para tocar “Slang” y “Pour some sugar on me”. Así, lleno de baladas terminó un concierto del cual algunos esperábamos más, mucho más. Ni siquiera sirvió como recorrido nostálgico por los años de secundaria y prepa para los que ya andamos en los treinta y tantos, porque en la más absurda decisión, Def Leppard olvidó sus dos primeros discos. Los que teníamos la esperanza de encontrarnos con algún tema del tipo “Rock brigade”, “Hello America”, “Wasted”, “High ‘n’ dry”, “Bringing on the heartbreak” o “Mirro Mirror (look into my eyes)” nos quedamos como novias de pueblo.
En fin, a la mayoría de los que fueron al Auditorio Nacional les gustó el show. Y les gustó a pesar del pobre nivel de Joe Elliot, del pobre nivel de sus ingenieros de sonido que hicieron que el quinteto se escuchara hueco y sin vida por cerca de dos horas, del pobre diseño escenográfico (a pesar de que en entrevistas con medios mexicanos decían que las grandes producciones, como las de ellos, hoy no se logran porque las bandas no piensan en el público) y a pesar de que la selección de temas parecía sacada de la rotación de alguna estación radial popera. [Fin de la nota publicada]

Desangelado concierto. Elliot había dicho por teléfono que sería un espectáculo memorable, como aquellos que los hicieron grandes en los 80. Se lo imaginó nomás. Def Leppard no es metal, y cuando compite por cierta gloria en lo suyo, que es el Hard Rock, todavía le quedan miles de kilometros por recorrer para estar al nivel de Kiss o Aerosmith.

Como anécdota, ese día me topé con Rick Allen en los pasillos del Auditorio. La verdad me impresionó mucho verlo sin un brazo, a sabiendas de que es el baterista. No es lo mismo verlo en un video que verlo en persona. Traté de sonreirle informalmente para dismular, pero supongo que sabe de que se trata esa sonrisa así que me la devolvió con gesto condescendiente y saludó con un sencillo "hola".

Chico Migraña.

1 comentario:

doyman dijo...

Lo del concierto, totalmente cierto,a mi en lo particular no me gustó para nada, de hecho en una encuesta que hizo el Mai en su página a cerca de qué banda era la que má había decepcionado en vivo, mi elección fue Def Leppard, yo viví mi adolescencia en los ochenta, pero me fascina la música ochentera, llámese Metal, Glam o Hard Rock. En cuanto a la discusión si es metal o no lo es, en este caso en específico creo que Def Leppard tiende mas al Hard rock que al metal.
Esto es algo que en ocasiones anteriores ya había manifestado, pero insisto, en ocasiones los metaleros estamos más preocupados por etiquetar a tal o cual banda, que en la calidad de la música que hace, y ya sé que eso de "calidad" es completamente subjetivo ya que la música es cuestión de apreciación y dependerá de cada persona; a lo que voy es a que los criterios para escuchar a alguna banda no deberían depender de la etiqueta que se le ponga a su estilo musical, sino a la "calidad" y al gusto de cada quien, sinceramente a mi me parece mas "poser" una persona que escucha metal por querer aparentar algo que no es, que alguien que escucha hard y realmente lo disfruta.