miércoles, septiembre 08, 2010

Como han pasado los años. Scorpions.

Le traía muchas ganas al concierto. Los he visto varias veces: en el Auditorio Nacional, en el Palacio de los Deportes (cuando grabaron el disco en vivo Live Bites), en el Foro Sol y en Wacken. Algunas veces fueron conciertos memorables (el primero en el Palacio, el primero en el Auditorio, el de Wacken), otros no tanto (el del Foro Sol fue tristísimo). Anoche sin embargo la idea de que sería la última vez que los vería le daba cierto grado de nostalgia al evento. Sin embargo y como suele suceder, las cosas nunca salen como uno las planea. No quiero entrar en detalles pero digamos que entre los "reporteros" que hacen tranzas con sus boletos y/o pulseras (a pesar de que se les advierte que no lo hagan), los camarógrafos que nomás no entienden instrucciones básicas como dejar sus equipos a resguardo en la Sala de Prensa si quieren entrar al concierto, los "casting" (anfitriones de Grupo Lobo que ayudan al departamento de prensa) que tampoco entienden instrucciones básicas como "si está apuntado en la lista lo dejas pasar", y detalles del estilo, me perdí las primeras 8 rolas. Y en esas iban The Zoo y Loving you sunday morning. Ni hablar.

Llegué al lugar que me correspondía justo cuando The best is yet to come estaba a la mitad. La primera rola que escuché y vi completa fue entonces Wind of change. Para muchos es una de las peores etapas de los Scorpions y del metal en general. Ya con los años me gusta más pensar que se trata de una banda que viene desde los 70, que vivió la era de hacer baladas melosas porque además al público nos gustaban las baladas melosas. Y aunque a muchos no les guste la idea, esa fue la canción que renovó la edad de los fans de Scorpions en los albores de los 90. El Palacio, lleno hasta las lámparas, se caía con la gente cantando. Era de esperarse y como yo no había visto la primera parte del show, pensé que el ambiente así estaba, inmejorable, nostálgico y lleno de cánticos por parte del público.


El escenario lucía bien, grandes juegos de luces, varias pantallas y un par de templetes con escalinatas. Muy retro la onda aunque con los elementos de la tecnología actual presentes. Una vez más quedó claro que cuando una banda decide hacer bien las cosas, no hay razón para que salgan mal. El audio era muy bueno. Por momentos alguna guitarra se escuchaba más baja o se tapaba con las voces, pero eso es por la dinámica misma del concierto y no por el inmueble. Es decir, no hubo rebote exagerado ni esa maldita manera de audio que suena como metálico (no de heavy metal, sino de esa manera que suena la voz por ejemplo cuando hablas contra una pared de acero). Sonaba bien, a buen volumen y clarito.
Pegadita cantaron Holiday, la primera muestra de que entre los 15 mil que estaban ahí, muchos eran más bien jóvenes. Para mí, para la gente de mi edad que conozco es fan de los Scorpions, los que crecimos amando el World Wide Live por ejemplo, ese es un clásico. Y la gente cantó y la banda se rifó, pero se escuchaba la mitad del entusiasmo que con Wind of change. Raised on rock no hizo mucho por mejorar las cosas y aunque Tease me, please me es la rola con que abre el mencionado Live bites, tampoco prendió gran cosa. Y aclaro que tampoco es que la gente estaba apática, pero se sentía gacho el bajón anímico de Wind of change contra todas estas.
Dynamite. Aquí fue se empezó a notar más la brecha generacional. Blackout salió en 1982. El ángel que hace mi vida más amable nació en 1986. Ahí nos dimos cuenta, porque es una rola que no fue nunca clásico, pero que siempre tocan. El público la recibió una vez más con entusiasmo moderado.


El solo de James Kottak ayudó bastante. Mientras tocaba, en las pantallas pasaban las portadas de los discos clásicos de la banda. Además el solo en sí estuvo bueno, muy interactivo, con los clásaicos vestigios ochenteros de dividir a la audiencia en tres y ponerlos a competir a ver quien hacía m+ás ruido, por ejemplo. Luego llegó Blackout, y si bien la gente se prendió mucho cuando Rudolph Schenker salió "disfrazado" como en la portada (con la venda en la cabeza. Desde donde yo estaba no se veía bien si traía los tenedores), en cuanto Klaus Meine cantaba la palabra Blackout y ponía el micrófono hacia la gente, en lugar de que se escuchara el ♪♪i really had a blackout♪♪, el público sólo coreaba la palabra Blackout. Y una vez más, muchas de las personas que estuvieron anoche ahí se veían veinteañeros y varios más incluso más chicos. Qué bueno que se renueve la escena y que se llene el Palacio (en los 90 no sucedía tan a menudo, ni con los grandes nombres como Black Sabbath, Ozzy, Maiden), pero por lo menos yo que soy vieja escuela, me sentí un poco defraudado. Meine se dio cuenta porque dejó de poner el micro a la gente en una especie de llamada de atención. No sé, yo lo interpreté como una especie de "veamos, yo digo Blackout y ustedes contestan I really had a blackout".
El solo de Mathias Jabs nunca me ha gustado, y anoche no fue la excepción. Creo que sobra. Si le vas a dar un espacio extra al guitarrista, éste debe hacer sobresaliente (musicalmente o en cuanto a espectáculo: Eddie Van Halen hace maravillas con la guitarra, Ace Frehley la incendiaba, la hacía volar y disparaba cohetes con ella). Lo mismo pasó con Big City Nights, en general la audiencia estaba eufórica y complacida de escucharla, pero no se la sabían. Y una vez más, será porque la rola es de 1984, fue un clásico enorme en esa época, cuando MTV apenas empezaba, y sin embargo de eso pasaron ya más de 25 años.




Salieron para hacer el encore y nos hicieron esperar apenas unos tres o cuatro minutos. Still loving you, No one like you y Rock you like a hurricane serán recordadas (en teoría) como las últimas tres rolas que tocaron en México. Una vez más, para mí fue un momento glorioso, de recordar mis días de secundaria, pero no prendieron como se supone (o como yo hubiera esperado). Muchos "We love you Mexico City", muchas baquetas aventadas por Meine, el clásico molinillo de Schenker en cada lado del escenario, y se acabó. Se fueron y 20 segundos después se encendieron las luces. Me quedó pues la sensación de que vinieron, cumplieron su rol y a lo que sigue.
Tons, en mi opinión, la cosa estuvo así:
Puntos positivos:
-Buen set list
-Buen diseño de escenario y producción
-Buen audio
-Buena actitud de los músicos en cuanto al ánimo
-Palacio a reventar

Puntos negativos:
-La falta de entrega y/o conocimiento del público en temas viejos
-El cansancio notorio en los músicos
-La falta de emotividad ante el supuesto último concierto en México
-Aunque bueno el set list, me pareció corto tomando en cuenta la ocasión
-Aunque emotivos, los músicos en general muy quietos

Ni hablar, si de verdad fue la última vez que los vimos, yo me guardaré en el subconciente, como dije antes, con otros conciertos y no con este.

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